"Nuestras vidas son los ríos....": Las "Coplas" de Manrique y la lírica de cancionero.


Dentro del panorama de la poesía cortesana del siglo XV (hecha por y para los nobles, convencional, tópica, artificiosa y rebuscada) sorprende un poema por su singularidad: las "Coplas a la muerte de su padre" de Jorge Manrique

Frente al retorcimiento de la lengua con el que los nobles metidos a poetas trataban de demostrar ingenio y cultura en los poemas recogidos en los Cancioneros, el poema de Manrique se caracteriza por su sencillez, su naturalidad, su tono sentencioso, didáctico, sereno. Y frente  a lo poco convencional y poco sincera en cuanto a lo personal que solían ser los poemas cortesanos, este surge de una circunstancia vital muy concreta y dolorosa,  y de los sentimientos mismos del poeta al tener que afrontarla.

Y naturalidad y sinceridad (frecuentes en la poesía actual, pero raros en la del XV) quizás sean la clave para que las Coplas sean un poema que expresa grandes verdades de la existencia de una forma tan acertada que aún no ha sido superada, y cuyo eco ha seguido, sigue y seguirá resonando en los versos de muchos poetas posteriores y en los corazoes de muchos lectores que encontraron en las palabras de Manrique la expresión de algo que a todos nos toca: la vida, su fragilidad, su caducidad, el paso del tiempo, el recuerdo, la perspectiva de la muerte y la necesidad de buscar una forma de soportarla y afrontarla.

Jorge Manrique, noble entregado  a las luchas políticas de su tiempo y al cultivo de la poesía en épocas de paz, como correspondía al nuevo ideal de las armas y las lteras que iba surgiendo con fuerza entre la nobleza de la época, comenzó a escribir las Coplas cuando su padre, el maestre D. Rodrigo Manrique, hombre de fuerte personalidad muy admirado y respetado en la época, y a cuya sombra él había crecido (él era para sus contemporáneos, sobre todo, el hijo de D. Rodrigo), enfermó tan gravemente que ya sólo podía esperar la muerte, según dicen testimonios de la época, de forma dolorosa para él y para los suyos, con un grave tumor deformándole el rostro.

A este hecho (un trago difícil para cualquier hijo) se le unía que las relaciones entre padre e hijo tampoco habían sido todo lo idílicas que hubiera sido deseable. Aparte de la sombra del padre que se proyectó siempre sobre Jorge, el joven nunca aceptó a la segunda esposa de su padre tras la muerte de su madre, a la que llegó a dedicar algunas coplas satíricas. Y parece ser que cuando el Maestre enfermó, la situación entre ellos era bastante tensa, y quizás fueron las Coplas una forma de reconciliación íntima con el padre que se iba.

Así que Jorge Manrique comenzó a escribirle una elegía, real y muy sentida, a su padre, y empezó hablando de algo en principio general y ajeno a la figura del Maestre: las cuestiones a las que nos suelen llevar este tipo de acontecimientos desgraciados que enfrentan vida y muerte, y que hacen que veamos nuestra existencia y sus cosas desde otra perspectiva. Puestas cara a cara con la muerte, muchos de nuestros afanes y preocupaciones resultan insignificantes, porque  vivimos casi siempre olvidando la certeza de que nuestra existencia es tiempo y tras su tiempo nos espera, inevitablemente, la muerte. Y sobre esto reflexiona, e invita al lector a reflexionar, Manrique: sobre la vida, el tiempo, la fugacidad y poco valor de todo lo terreno, el acecho constante de la muerte y la necesidad de buscar un sentido  a esta existencia condenada a desaparecer con toda certeza. Y lo hace empleando imágenes y metáforas que se han convertido casi en universales e intemporales: la vida como un río "que va a dar a la mar, que es el morir", la vida como camino, la vida como una guerra en la que hay que estar atentos a las trampas del enemigo. Y a pesar de que la visión de Manrique es profundamente medieval, teocéntrica, ascética y religiosa (para él, el final del camino, la meta, la llegada, la victoria, es la vida eterna que nos otorga Dios) su forma de expresarla la hace válida prácticamente para cualquier creencia o actitud.  Y esa es parte de su grandeza como poeta.

Poco a poco, de lo más general va acercándose a lo más concreto: primero, ejemplificando lo que afirma a través del tópico del "Ubi sunt?" y después, en la segunda gran parte de la obra, centrándose ya en aquello que le motivó a escribir el poema y seguramente le hizo plantearse todo esto: la figura de su padre, el Maestre D. Rodrigo, al que pone como ejemplo de buen vivir y de buen morir.

 Así, además de hacer un elogio de su padre con todas las virtudes acordes con un noble guerrero medieval, nos narra su muerte de forma suave y serena (aparece personificada, pero sin el carácter macabro que tenía en el Libro de Buen Amor o en las contemporáneas Danzas de la Muerte), y con la confianza de que además, D. Rodrigo perdurará más allá de su muerte a través del recuerdo de todos los que le conocieron y le admiraron. Esta es la otra gran novedad de la obra que anuncia ya un tópico renacentsita solo comprensible desde una nueva mentalidad y una nueva valoración de la vida terrena: la idea de la "terecera vida" o "vida de la Fama", que nos permite perdurar más allá del fin de nuestra vida terrena, pero aquí, en el recuerdo de los que aquí se quedan. Otra gran idea universal en la que podemoas encontrar consuelo y alivio cuando muere un ser querido: nadie muere del todo mientras haya alguien que le recuerde. Y por tanto, no solo hay que vivir para disfrutar (Manrique, como buen cristiano, ve los placeres como peligrosos) o para salvarse en la vida eterna: también para ser queridos y recordados, lo cual da un nuevo sentido a la vida humana.

Y además Manrique, sin duda, contribuyó a que su padre perdurara a través de esa tercera vida o vida de la Fama, y él mismo lo logró gracias al dolor que  le provocó enfrentarse a la muerte de su padre y plasmarlo en una poesía. Porque aquí estamos, más de cinco siglos después, recordándolos a ambos. Seguro que D. Rodrigo estaría agradecido y emocionado con su hijo.

Aquí tenéis la presentación con lo fundamental sobre la lírica de Cancionero y las Coplas de Manrique. Y aquí tenéis una selección de las más importantes (en total son 40)


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