Monólogo interior: lo que esconde el pensamiento



El monólogo interior es una técnica literaria innovadora que se comenzó a utilizar en la narrativa del siglo XX por escritores renovadores como Virgina Wolf o James Joyce, cuya novela Ulises (uno de los grandes clásicos del siglo pasado) se basa precisamente en la utilización de esta técnica.

Pues bien, yo os propongo que escribáis un texto empleando esta técnica (mirad al final de este post). Pero antes, veamos un poco en qué consiste y algunos ejemplos.

El monólogo interior pretende reflejar el pensamiento del personaje tal y como surge en la mente antes de su ordenación lógica por el lenguaje. Por ello, presenta las ideas y palabras tal y como brotan en nuestra mente: desordenadas, cáoticas, saltando de unas a otras, con frases sin terminar, exclamaciones, repeticiones, interrupciones, mezclando el pesnamiento con lo que el personaje está viendo en ese momento. Esta técnica, como muchas otras propias de la renovación de la novela en la 2ª mitad del siglo XX requiere de la complicidad de un lector activo, que vaya reconstruyendo acontecimientos y sentimientos "escondidos" en esa maraña de pensamiento caótico.

Aquí os dejo algunos ejemplos tomados de novelas españolas. Os recuerdo que, a partir de los años 60 los escritores abandonan las limitaciones del Realismo Social que había imperado en nuestra narrativa durante los años 50, y se lanzan a experimentar con nuevas formas de contar una historia, inspirándose en los grandes renovadores de la novela europea, norteamericana o hispanoamericana, y una de las técnicas que descubrirán y utilizarán será, precisamente, el monólogo interior.

Así, Miguel Delibes la emplea en Cinco horas con Mario, novela que consiste en el largo monólogo interior que refleja los pensamientos de una viuda que está velando a su marido, y a través de esos pensamientos, descubrimos toda su historia, su personalidad, su entorno, su forma de vida, sus frustraciones:

¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! Tus ojos son palomas, y perdóname que insista, Mario, que a lo mejor me pongo inclusive pesada, pero no es una bagatela eso, que para mí, la declaración de amor, fundamental, imprescindible, fíjate, por más que tú vengas con que son tonterías. Pues no lo son, no son tonterías, ya ves tú, que, te pones a ver, y el noviazgo es el paso más importante en la vida de un hombre y de una mujer, que no es hablar por hablar, y, lógicamente, ese paso debe de ser solemne, e, inclusive, si me apuras, ajustado a unas palabras rituales, acuérdate de lo que decía la pobre mamá, que en paz descanse. Por eso, por mucho que él la defienda, y por voces que dé, no me seduce la fórmula de Armando de salir cuatro tardes juntos y retenerle un buen rato la mano para considerarse comprometidos. Eso será un compromiso tácito si quieres, pero si me preguntaran a mí, no me mordería la lengua, te lo aseguro, que yo me mantendría en mis trece, Esther y Armando se han casado prácticamente sin ser novios antes, de golpe y porrazo, tal como suena, cosa que, bien mirado, ni moral me parece. Es lo mismo que si un hombre pretendiera ser marido de una mujer por ponerle la mano encima, equilicual, que el matrimonio será un Sacramento y todo lo que tú quieras, pero el noviazgo, cariño, es la puerta de ese Sacramento, que no es una nadería, y hay también que formalizarlo, que ya sé que fórmulas hay muchísimas, montones, qué me vas a decir a mí, desde el “te quiero” al “me gustaría que fueses la madre de mis hijos” con todo lo cursi que sea, figúrate, de sorche y de criada, pero, a pesar de todo es una fórmula, y, como tal, me vale.

Miguel Delibes, Cinco horas con Mario


Pero la primera  gran novela que introdujo la utilización de esta técnica en 1962 fue Tiempo de Silencio  de Luis Martín Santos (escritor fallecido en accidente de tráfico cuando aún no había cumplido los 40 años). Nos cuenta la historia de Pedro, un investigador que por la penuria económica se ve obligado a tratar con un clan chabolista y termina envuelto en la muerte de una joven en un aborto ilegal, muerte de la que él será acusado. Aquí tenéis fragmentos del monólogo interior que recoge sus pensamientos en la cárcel adonde le llevan tras su detención. Fijaos como el protagonista se desdobla en un tú (el llamado "tú reflejo") en algunos momentos, y se habla a sí mismo en 2ª persona:
Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que beber. Si estuvieras así. Manténte ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear.


¿Por qué fui?
No pensar. No hay por qué pensar en lo que ya está hecho. Es inútil intentar recorrer otra vez los errores que uno ha cometido. Todos los hombres cometen errores. Todos los hombres se equivocan. Todos los hombres buscan su perdición por un camino complicado o sencillo. Dibujar la sirena con la mancha de la pared. La pared parece una sirena. Tiene la cabellera caída por la espalda. Con un hierrito del cordón del zapato que se le ha caído a alguien al que no quitaron los cordones, se puede rascar la pared e ir dando forma al dibujo sugerido por la mancha. Siempre he sido mal dibujante. Tiene una cola corta de pescado pequeño. No es una sirena corriente. Desde aquí, tumbado, la sirena puede mirarme. Estás bien, estás bien. No te puede pasar nada porque tú no has hecho nada. No te puede pasar nada. Se tienen que dar cuenta de que tú no has hecho nada. Está claro que tú no has hecho nada.
¿Por qué tuviste que beber tanto aquella noche?¿Por qué tuviste que hacerlo borracho, completamente borracho? Está prohibido conducir borracho y tú... tú... No pienses. Estás aquí bien. Todo da igual; aquí estás tranquilo, tranquilo, tranquilizándote poco a poco. Es una aventura. Tu experiencia se amplía. Ahora sabes más que antes. Sabrás mucho más de todo que antes, sabrás lo que han sentido otros, lo que es estar ahí abajo donde tú sabías que había otros y nunca te lo podías imaginar. Tú enriqueces tu experiencia. Llegas a conocer mejor lo que eres, de lo que eres capaz. Si realmente eres un miedoso, si te aterrorizas. Si te pueden. Lo que es el miedo. Lo que es el hombre sigue siendo desde detrás del miedo, desde debajo del miedo, al otro lado de la frontera del miedo. Que eres capaz de vivir tranquilo todavía, de estar aquí serenamente. Si estás aquí serenamente no es un fracaso. Triunfas del miedo. (...). Decir: quiero, sí, quiero sí, quiero, quiero, quiero estar aquí porque quiero lo que ocurre, quiero lo que es, quiero de verdad, quiero, sinceramente quiero, está bien así. "¿Qué es lo que pide todo placer? Pide profunda, profunda eternidad."
Tú no la mataste. Estaba muerta. No estaba muerta. Tú la mataste. ¿Por qué dices tú? - Yo.

Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede impedir.
Y aquí, su monólogo al tener que abandonar la ciudad y apartarse del mundo y sus aspiraciones en un pequeño pueblo, tras ser su novia asesinada por un chabolista despechado:
 Si no encuentro un taxi no llego. ¿Quién sería el Príncipe Pío? Príncipe, príncipe, del fin, principio del mal. Ya estoy en el principio, ya acabó, he acabado y me voy. Voy a principiar otra cosa. No puedo acabar lo que había principiado. ¡Taxi! ¿Qué más da? El que me vea así. Bueno, a mí qué. Matías, qué Matías ni qué. Como voy a encontrar taxi. No hay verdaderos amigos. Adiós amigos. Adiós amigos. ¡Taxi! Por fin. A príncipe Pío. Por ahí empecé también. Llegué por Príncipe Pío, me voy por Príncipe Pío. Llegué solo, me voy solo. Llegué sin dinero, me voy sin… ¡Qué bonito día, qué cielo más hermoso! No hace frío todavía. ¡Esa mujer! Parece como si hubiera sido, por un momento, estoy obsesionado. Claro está que ella está igual que la otra también. Por qué será, cómo será que yo ahora no sepa distinguir entre la una y la otra muertas, puestas una encima de la otra en el mismo agujero: también a ésta autopsia. ¿Qué querrán saber? Tanta autopsia; para qué, si no ven nada. No saben para qué las abren: un mito, una superstición, una recolección de cadáveres, creen que tienen una virtud dentro, animistas, están buscando un secreto y en cambio no dejan que busquemos los que podíamos encontrar algo, pero qué va, para qué, tiene razón, no estoy dotado. La impresión que me hizo. Siempre pensando en las mujeres. Si yo me hubiera dedicado sólo a las ratas. ¿Pero qué iba a hacer yo? ¿Qué tenía que hacer yo? (…) Florita, la desnuda Florita en la chabola, florecita pequeña, pequeñita, pequeñita, florecilla le dio la vieja, florecita la segunda que… ajjj… Me voy, lo pasaré bien. Diagnosticar pleuritis, peritonitis, soplos, cólicos, fiebres gástricas y un día el suicidio con veronal de la maestra soltera. Las muchachas el día de la fiesta, delante de la procesión, detrás del palio, rojas, carrilludas, mofletudas, mirando de lado hacia donde estoy asqueado de verlas pasar, mirando sus piernas, sentado en el casino con dos, cinco, siete, catorce señores que juegan al ajedrez y me estiman mucho por mi superioridad intelectual y mi elevado nivel mental. Ya está, Príncipe Pío. Sí, por arriba. Luego se baja en un ascensor gratis con un tornillo por debajo que parece que le están dando… Comprar un megret para el tren, hace tiempo que no leo policíacas, a mí policíacas.
Pues bien, vosotros deberéis escribir un relato basado en el monólogo interior de un personaje. Imaginad un personaje, pensad en una situación (un lugar y un momento) en la que esté, e intentad reflejar sus pensamientos de forma que, a través de ese monólogo, podamos conocer su historia, y a él (o ella). Podéis incluir una pequeña introducción por un narrador ominisciente que nos presente y sitúe al personaje, para luego transcribir el monólogo, o empezar directamente con el monólogo y que a través de él podamos saber donde está y el resto de su historia (como hacen Luis Martín Santos o Miguel Delibes).Y por supuesto, cuidad que el lenguaje sea acorde a las características del personaje.

Para que nadie tenga la excusa de "es que no se me ocurre nada", os sugiero algunas posibilidades. Pero son solo sugerencias: tenéis total libertad. 
  • Un chico o una chica que espera a su pareja, con la que lleva mucho tiempo, porque quiere cortar con ella.
  • Una estrella del pop que viaja a su pueblo para un gran concierto, donde se reencontrará con la gente que lo despreciaba cuando era joven.
  • Un chico o una chica que viaja para conocer en persona a alguien que ha conocido por internet (o vuelve de esa primera cita).
  • Un futbolista de un gran equipo, a punto de marcar o fallar el gol que le costará a su equipo un gran titulo.
  • Cualquier otro deportista ante una gran competición o acontecimiento deportivo, de la que depende una carrera que le ha costado mucho esfuerzo y sacrificio.
  • Un chico o una chica a punto de decidirse a hablarle (por fin) a la persona que hace mucho tiempo que le gusta y con la que nunca ha hablado
Como siempre, los que tenéis blog, podéis hacerlo ya en formato digital para poder subirlo luego más cómodamente.

A observar el pensamiento... y echarle al menos un poquito de imaginación (que ya he comprobado que no se os da nada mal).

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Es
Anónimo ha dicho que…
Es posible que el libro Alexis o el tratado del inútil combate escrito por Marguerite Yourcenar, en 1927, sea un gran monólogo interior que constituye todo el contenido de la novela?
Anónimo ha dicho que…
Me encantó, muchas gracias!!!!
Anónimo ha dicho que…
Gracias por la ayuda

Mil gracias
Teresa Losada ha dicho que…
A ti, por venir y comentar...
Unknown ha dicho que…
Gracias por tu ayuda
Unknown ha dicho que…
no me ayudo en nada
Anónimo ha dicho que…
Su explicación es muy amena y concisa. Gracias.

Lo más visto en Diente de león:

Análisis de relativas libres y semilibres según las pautas de la Nueva Gramática

Comentario de texto: Rima LIII de Gustavo Adolfo Bécquer

Ejercicios de morfología verbal... con soluciones

Oraciones subordinadas sustantivas y adjetivas analizadas

El Complemento Locativo Argumental (CLA)

Características del signo lingüístico

Determinantes y pronombres interactivos

"Margarita, está linda la mar..."

Poesía culta y poesía popular